Estudiar la dimensión afectiva del individuo favorece el bienestar humano y social

Tlalpan, Ciudad de México, México, América.- Por décadas, los sentimientos han sido despreciados y dejados de lado bajo el argumento de que obstaculizan el pensamiento racional, sin embargo, la investigación en diseño emocional propone mirar las necesidades humanas y utilizar toda la dimensión afectiva para aportar soluciones a las problemáticas sociales y ambientales, aseguró la doctora Deyanira Bedolla Pereda, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Durante la presentación de la revista Economía creativa, la responsable de la Red Académica de Diseño y Emociones (RADE) aseguró que el objetivo de dicha iniciativa es el estudio y análisis de la dimensión afectiva del individuo con fines de bienestar humano y social frente a los objetivos comerciales y consumistas que se han perseguido por décadas en la aplicación de dicha profesión.

La académica de la Unidad Cuajimalpa explicó que la RADE fue invitada para colaborar en el número 17 de la publicación del Centro de diseño, cine y televisión (CENTRO), correspondiente a mayo-octubre de 2022 para abordar el tema de diseño, afectividad y confinamiento.

De acuerdo con la doctora Bedolla Pereda, la línea de investigación de diseño y emociones es muy joven, pues fue en 1999 cuando se celebró la primera conferencia internacional sobre el tema en los Países Bajos, mientras que en 2002 se divulgó uno de los primeros trabajos sobre el proceso de generación de sensaciones a través de la interacción con los objetos y, en 2004, el profesor Donald Norman publicó su libro Emotional Design.

“En México fue hasta 2014 cuando integramos la RADE para desarrollar un trabajo constante en este tema a través de un seminario permanente y la edición de libros y revistas que nos ayudan a difundir nuestro trabajo”, dijo la académica adscrita al Departamento de Teoría y Procesos de Diseño.

Los seis artículos que conforman la publicación son resultado de dicho seminario bianual, cuyo tema surgió como consecuencia de lo vivido en el encierro y el aislamiento en el contexto de pandemia por COVID-19.

“Para hacer todas nuestras reflexiones y textos de indagación nos planteamos diferentes preguntas, la principal fue qué puede aportar ante lo vivido durante el confinamiento por la crisis sanitaria el quehacer del diseño desde la perspectiva afectiva”, abundó.

Otros cuestionamientos fueron cómo se vivió a nivel individual y social el confinamiento, considerado como una medida antinatura si se toma en cuenta que los seres humanos son sociales por naturaleza, cuáles fueron los efectos, cómo se afrontaron las labores cotidianas desde el encierro y cómo se vivieron pérdidas y sucesos extraordinarios difíciles e incluso trágicos desde el aislamiento, señaló.

La antropóloga Karla Paniagua, coeditora de Economía creativa, abordó la importancia de las revistas científicas que “hoy por hoy siguen siendo la forma más importante de circulación del conocimiento científico”.

La también egresada de la Unidad Xochimilco de la UAM consideró que este número simboliza una fotografía que da cuenta de las profundas secuelas de la pandemia en un ámbito muy específico del conocimiento, de ahí su relevancia.

“Sirva esto como una invitación a leerla y consultarla –podemos  decir con orgullo que la publicación es rica en contenido– y también invitamos a que hagan de este tipo de órganos de divulgación un instrumento laboral, y que se vean, en el corto plazo, como posibles autores y autoras”.

La maestra Graciela Kasep Ibáñez, coordinadora del Centro de Investigación en Economía Creativa (CIEC) y coeditora de la revista, consideró que representa un ejemplo de los distintos niveles de colaboración que pueden darse entre instituciones.

“Fue una gran experiencia entre el CENTRO, la UAM y los autores que permite ver cómo las publicaciones científicas también pueden tener diversas formas de trabajo y de presentación del contenido”.

Claudia Garduño, académica de la Universidad Nacional Autónoma de México; Rubén Jacob, docente de la Universidad de Chile, y Ainoa Abella, investigadora independiente –tres de los autores del número 17– presentaron aspectos generales de sus artículos.

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