Se honró al musico Miguel Matamoros en la tumba que guarda sus restos en Santa Ifigenia en Cuba

La Habana, Cuba, América.- La fiesta musical que es el festival MatamoroSon demostró que, cuando menos, en el universo del son, bolero y coros polifónicos Santiago es una fortaleza. Además, puntualizó que, por sí sola, la ciudad se basta para celebrarlos.

Lo afirmado es la base para decir que si pasaron siete u ocho años sin organizarlo se debe no solo a que en la «nacional» quizás no hubo toda la comprensión ante un evento  que tanto representa para los de aquí; sino también, a la pasividad con la que el territorio asimiló las sucesivas suspensiones, con honrosas excepciones y sin pasar por alto la etapa de la pandemia.

Asumir con resignación no celebrar lo que es tradición suele llevar a que desaparezca la costumbre, el hábito, en este caso cultural y artístico. Y hay ejemplos que alertan, pues no es ocioso recordar cómo sucumbió una fiesta tan arraigada en Palma Soriano, la provincia y el país como fue el Encuentro Nacional de Orquestas Charangas.

Aquella celebración palmera, era la única en Cuba capaz de reunir a la vez casi 30 agrupaciones musicales de puntería, que venían a la Ciudad del Cauto, incluso sin cobrar, por el solo hecho de alentar el pentagrama charanguero, interactuar con el público y confraternizar con otros grupos del formato.

¿El motivo para desaparecer el Encuentro? Una situación de imputable a la filial de la ANOCH (Asociación Nacional de Orquestas Charangas) en La Habana, que increíblemente se le endilgó a la dirección nacional en Palma Soriano. Y aunque luego se demostró que los palmeros nada tenían que ver, nunca hubo una disculpa pública ni se restituyó la fiesta a la localidad.

Lo que sí ha habido luego es más de un intento de hacer algo similar con orquestas charangas. ¿Dónde? en La Habana.

Se alude a ese caso porque no se puede ser pasivo con el MatamoroSon so pena de perderlo también, cuando es una realidad la pregunta: ¿Qué sitio en Cuba se puede dar el lujo de a la hora de hacer son, poner en línea a Ecos del Tivolí, Grupo Granma, Septeto Turquino, Septeto Santiaguero, los coros polifónicos en la urbe, Perlas del Son, Típico Tivolí, Septeto de la Trova, la Chepín Chovén, Estrella de la Charanga, Unión Sanluisera, Rítmicos de Palma, La Botija, Familia Valera Miranda, Estudiantina Invasora, Sones de Oriente… esto por solo mencionar algunos y sin relacionar en el orden individual, a los maestros, auténticos «monstruos» del género: Almenares, Gabino, Hermes, Aquiles Virelles, Coralito…

Es Santiago de Cuba, Ciudad Creativa en la Música, apreciación muy justa de la Unesco; tiene la urbe a la Uneac y a la entidad de la música comprometidas con el empeño; dispone hoy de la tan ponderada autonomía municipal (la Intendencia fue clave en el renacimiento del Festival) entonces lo que media es la creatividad, las iniciativas para buscar y acumular los recursos en el territorio -talento está garantizado- y desde ahora organizar «con todos los vientos y metales» el MatamoroSon de 2024, ocasión para saludar los 130 años del natalicio del creador de Son de la Loma, el inmenso Don Miguel.

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