En Senegal, hay fuerte tensión por minería de oro que afecta el agua en Bakel

Dakar, Senegal, África.- Los habitantes del pueblo de Kaourou, en el departamento de Bakel, concretamente en la comuna de Sadatou, están hartos de la continua destrucción del Falémé por parte de los mineros artesanales de oro radicados en Mali. Los chinos que viven junto al río, al otro lado de Malí, han pagado el precio. Este sábado vieron su máquina completamente incendiada por los furiosos lugareños. Las poblaciones dicen haber alcanzado su límite de tolerancia. « Nos aseguraremos, cueste lo que cueste, de que el río esté protegido », insistieron.

Un vehículo chino fue atacado por lugareños enojados. Le prendieron fuego sin pestañear. El motivo, explican los lugareños, fue que los mineros artesanales de oro, instalados en el lado maliense de la frontera, habían terminado de contaminar las aguas del Falémé, la principal fuente de agua de la zona. Confundidos, atacaron la máquina que encontraron a orillas del río. Lo quemaron hasta los cimientos.

Uno de los líderes juveniles que encontramos explicó el repentino estallido de ira: « En esta época del año, el agua del río disminuye considerablemente, especialmente en el lado maliense del río. Como resultado, los operadores chinos, basados en el lado de Mali, se desplazan al lado de Senegal para dragar el agua del río hacia Mali, para poder continuar con sus actividades. Nunca aceptaremos esto, porque el río es nuestro único recurso.

Y añade: « Peor aún, han contaminado el agua, que se ha vuelto inutilizable, con sus productos tóxicos. Para humanos, animales y plantas por igual. A raíz de todo esto, siempre les hemos prohibido el acceso al río y les hemos amenazado con tomar medidas enérgicas si no paran. Incluso se llamó a las autoridades de la gendarmería para que comprobaran la situación con sus propios ojos. También se celebraron reuniones para intentar hacerles entrar en razón, pero fue en vano. El sábado, los jóvenes encontraron la máquina en medio del río, cavando un surco para dragar el agua. Esto se produjo después de una serie de conversaciones conciliatorias que no produjeron ningún resultado.

« Les pedimos que pararan y retiraran la máquina, pero fue en vano. Fue cuando el mecánico intentó golpear a los jóvenes con su máquina que desató una furia colectiva. La gente se volvió loca y quiso hacer un banquete con él. Afortunadamente ya se había ido, dejando el motor detrás», dice uno de los implicados en la revuelta. Sin embargo -prosiguió- este ataque es sólo una advertencia para cualquiera que intente poner en peligro el río en el futuro. Nunca más permitiremos que nadie ataque el río. El Falémé no morirá sin que nuestros cadáveres sean pisoteados. Y el Estado debe asumir sus responsabilidades ante tal situación, antes de que suceda lo irreparable», advirtió este líder juvenil.

Sólo vale la pena señalar que en esta región ya no es posible ninguna actividad relacionada con el río. No quedan peces en el río. El ganado ya no bebe de ella, los jardineros ya no se atreven a utilizar el agua para regar sus plantas y los habitantes ya no se lavan en ella. « Todo por la contaminación del agua. Esto exige una reacción urgente del Estado, de lo contrario el Falémé morirá de muerte natural», afirman los jóvenes de estas localidades, privados de una fuente de ingresos.

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