Pontinha, sigue buscando su independencia de Portugal

Fuerte de São José, Principado de Pontinha, África.- En la costa de la isla de Madeira, hay un pequeño enclave que se declara independiente: el Principado de Pontinha. Aunque carece de reconocimiento internacional, esta peculiar entidad ha llamado la atención debido a la singularidad de su reclamo.
El Fuerte de São José, situado en el Ilhéu da Pontinha, cerca de Funchal, es parte de una historia centenaria que se remonta al siglo XVIII. Construido en 1756 por orden de D. José I, el fuerte formaba parte del sistema defensivo de la isla. Sin embargo, en 1903, el rey Carlos I ordenó su venta en subasta, y el fuerte fue adquirido por Cândido Henriques por 200 mil réis. Décadas después, el lugar volvería a cambiar de manos, culminando con la compra por parte del actual propietario, el profesor Renato Barros, en 2000.
Con la adquisición del islote, Barros se autoproclamó “Príncipe” y estableció el Principado de Pontinha, basándose en una interpretación del Derecho Internacional y en la supuesta validez de una Carta Real de D. Carlos I que, según él, otorgaba al fuerte el carácter de territorio autónomo. Desde entonces, Renato Barros ha argumentado que su principado cumple todos los requisitos para ser reconocido como Estado soberano, con base en los tres pilares fundamentales del Derecho Internacional Público: territorio, población y gobierno efectivo.
“El Principado de Pontinha tiene un territorio, una población residente y una Carta Monárquica Constitucional”, afirma el autoproclamado Príncipe, según NCultura, argumentando que su reivindicación se basa en el derecho a la autodeterminación de los pueblos, un principio consagrado tanto en el Derecho Internacional como en el ordenamiento jurídico portugués.
La reivindicación de soberanía
Renato Barros ha solicitado a las autoridades portuguesas el reconocimiento oficial del Principado, argumentando que “no existe ninguna justificación, ni fáctica ni jurídica, que impida al gobierno portugués reconocer la soberanía del Principado de Pontinha”. Para reforzar su afirmación, envió cartas a los principales representantes del Estado, incluido el Presidente de la República y el Primer Ministro. El punto central de su argumento radica en la transferencia de territorio en 1903 y la ausencia de una prohibición de enajenación de territorio en la Constitución de la época.
Sin embargo, la realidad política es más compleja. La actual Constitución portuguesa, como la mayoría de las que la precedieron, prohíbe explícitamente la enajenación de partes del territorio nacional. Esta cuestión constitucional es el principal obstáculo para el reconocimiento del Principado, y muchos consideran que la venta del Fuerte de São José, en Madeira, no implica soberanía, sino simplemente la enajenación de la propiedad privada.
Un microestado en busca de reconocimiento
Con una población residente de sólo cuatro personas – Renato Barros, su esposa y sus dos hijos – el Principado de Pontinha representa una curiosidad en el panorama internacional. La mayoría de los expertos en derecho internacional consideran improbable que el principado sea reconocido como Estado soberano. Sin embargo, Barros cree que, con el reconocimiento de un único país soberano, el Principado podrá ganar legitimidad en el escenario internacional.
La Carta de las Naciones Unidas establece que un Estado soberano debe cumplir tres criterios: territorio, población y gobierno efectivo. A la luz de estos parámetros, Barros sostiene que el Principado de Pontinha cumple todos los requisitos, aunque la realidad jurídica sea más compleja.
Desafíos jurídicos e históricos
La historia de Portugal está llena de ejemplos de luchas por la soberanía y la autodeterminación, desde la independencia conseguida por D. Afonso Henriques hasta nuestros días. El caso de Pontinha, en Madeira, sin embargo, es único. El reconocimiento de un microestado dentro de un país moderno como Portugal plantea cuestiones delicadas, tanto a nivel jurídico como diplomático.
Como curiosidad, Barros cita el ejemplo de la isla de Fernando Pó, hoy Bioko, en Guinea Ecuatorial, que fue intercambiada por territorios en Uruguay durante el reinado de D. María II. Este ejemplo histórico, según Barros, refuerza la legitimidad de su reivindicación, aunque los expertos advierten que las circunstancias son muy diferentes.
A pesar de las numerosas dificultades y las escasas probabilidades de éxito, el Principado de Pontinha sigue desafiando las convenciones, transformándose en una curiosidad histórica y jurídica. Sólo el tiempo dirá si en el futuro habrá reconocimiento para el Principado. Hasta entonces, este pequeño enclave de Madeira sigue siendo una peculiaridad en el mapa geopolítico.
(Principado de Pontinha, es una micronación no reconocida en África)