Casi el 40 por ciento de las personas en Uzbekistán, no ahorran

Taskent, Uzbekistán, Asia.- El Banco Central de Uzbekistán, con el apoyo del Banco Asiático de Desarrollo, realizó un estudio sobre accesibilidad y alfabetización financiera.

Se abordó a 1.200 encuestados en seis regiones del país, desde Karakalpakstán hasta Tashkent. Se realizaron grupos focales por separado con 198 participantes, incluidos mujeres, jóvenes y residentes rurales.

La encuesta no se realizó con fines estadísticos, sino para descubrir qué tan bien funcionan en la vida real aquellas cosas sobre las que a la gente le gusta informar en las conferencias: cajeros automáticos, tarjetas, préstamos, aplicaciones.

Infraestructura: al más alto nivel en la CEI

La infraestructura financiera de Uzbekistán es actualmente una de las más densas de la CEI. En los últimos cinco años, el número de puntos de acceso ha crecido casi un 20%.

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En Tashkent, el 94% de los habitantes están conectados a Internet. En zonas rurales – 71%. La diferencia es notable, pero no fatal. Un cajero automático ya no es una rareza, pero algo así como un quiosco en la carretera es algo a lo que nos hemos acostumbrado. Pero la accesibilidad no es un hábito. El equipo está ahí, pero no todos entienden cómo usarlo ni por qué.

Ahorros: no todos pueden hacerlo aún, pero muchos quieren hacerlo

Una cifra que dice mucho del país: el 39% no ha ahorrado ni una sola suma en un año. En Karakalpakstán hay un 54% de estas personas. Entre los desempleados, el 52%. Entre los jóvenes (18-30 años) – 47%. Eso es mucho. Pero veamos más a fondo: entre las personas con educación superior, ya son un 27% (frente al 53% de los que sólo han completado 8º-9º grado de escuela), y entre los que trabajan, son un 32%. Es decir, si hay estabilidad básica, el ahorro aparecerá.

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Es en estas cifras dispares – 27% y 53% – donde se puede ver el punto de inflexión. En algún lugar la gente está aprendiendo a manejar dinero en una aplicación. En algún lugar, todavía lo guardan en un sobre porque no saben o no confían en ninguna otra forma.

Préstamos: No es una negativa, sino una advertencia

Aproximadamente el 30% pidió dinero prestado, de los cuales el 12% procedía de un banco. El resto sigue recurriendo a amigos, familiares y conocidos. No por desconfianza sino por procedimientos. El banco exige documentos, ingresos estables y garantías. Todavía es difícil.

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Sin embargo, para quienes tienen educación y trabajo, el préstamo formal se está convirtiendo en la norma: 28% entre quienes están empleados y 19% con educación superior. Esto significa que el sistema de crédito funciona, pero sólo cuando una persona tiene algo en lo que confiar.

Los jubilados y los desempleados quedan fuera del ámbito de aplicación: el 5% y el 7%, respectivamente, solicitaron préstamos oficiales. La cuestión aquí no se refiere a las personas, sino al sistema mismo: a quién considera un cliente adecuado y a quién simplemente no ve.

Traducciones: apoyo que no se anuncia

Otra capa son las transferencias de dinero. Un poco más de la mitad de los encuestados los reciben periódicamente: el 39%, cada mes, y el 12%, una vez cada dos meses. La mayoría de ellos están en juego. Pero el 84% retira efectivo inmediatamente. El hábito del caché sigue vigente y es poco probable que desaparezca pronto.

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Sin embargo, el 77% de quienes reciben transferencias ahorran parte del dinero que reciben. No es una estrategia, es un instinto. El dinero puede ser necesario en cualquier momento; Aquí ahorran no “para las vacaciones”, sino “por si acaso”: enfermedad, boda, problemas imprevistos.

Educación financiera: teoría vs. práctica

La alfabetización financiera está creciendo: el 59% tiene una cuenta bancaria. Y aunque actualmente solo el 7,4% ahorra dinero en ello, es importante que exista la infraestructura, el conocimiento y la interfaz sea clara. Y los hábitos de comportamiento vienen después.

Casi la mitad (47%) de los encuestados no utiliza contraseñas en aplicaciones financieras y, en las regiones del sur, más de la mitad no sabe qué hacer si pierde su tarjeta. Pero esto no es un descuido. Es falta de conocimiento, de hábito, de confianza y, a veces, de explicaciones.

El informe no muestra cómo todo llegó a ser perfecto, pero sí que el proceso continúa. No según lo previsto y no bajo lemas. Es un camino entrecortado y desigual, pero avanza. El sistema financiero de Uzbekistán ya no parece ajeno a la gente. Ella simplemente aún no se ha convertido en uno de nosotros. Y luego todo depende no sólo de los números, sino también de si quienes recogen esos números escuchan a quienes los crean.

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